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Claro de luna (2)

Claro de luna (2) Se sienta tras el piano y sonríe al notar que estoy a su lado. No pronuncia palabra, pero extiende un brazo y me rodea la cintura. Acaricia las teclas con los dedos, y a mí con su mirada. No deja de tocar, sabe que sino podría desvanecerme. Los nocturnos le inundan los ojos de lágrimas, las sonatas hacen lo propio con los míos, y en el momento en que sabe que no podrá continuar, ejecuta nuestra pieza favorita. Cuando sus labios rozan mi mejilla sonrío; no volverán a separarnos.

Nota introductoria

Nota introductoria   En junio de 2020, empecé a redactar una serie de historias que denominé "textos para compartir". Nacieron como un montón de escritos muy íntimos, hechos para ser leídos por un pequeño grupo de personas (sobre todo vinculadas al ballet, aunque hubo algunas excepciones). Su objetivo, más allá de entretejer los hilos de una trama que necesitaba salir de mi mente, era el de acompañarme en mi reconciliación con el amor, como si dijéramos: "sí, podemos pasar por rupturas que nos obliguen a juntar nuestros pedacitos con una cuchara, pero siempre hay una luz, dulce y hermosa, al final del camino". Ayer, mientras colgaba y descolgaba la ropa, nació en mí el fuerte impulso de publicarlos. Al principio me sorprendió, pues mi corazón se había mostrado reticente a su colectivización desde el momento en que los escribí, pero después se me ocurrió que, si siento que este es el momento de compartirlos, quizás haya más de alguno por aquí que esté necesitando en

Para que volvamos a abrazarnos

Estoy enojada. Iba a empezar el texto diciendo que me duele la humanidad, pero me parece que sería una mentira en aras de la diplomacia. O, si no una mentira, sí un comentario para esconder lo que en realidad me pasa. Y lo que me pasa es que estoy enojada. Enojada con vos, que estás leyendo este texto, y también enojada conmigo. Es raro que yo me enoje. Sí me puedo indignar (en general cuando veo la cantidad de injusticias cometidas en el mundo) o algo me puede molestar (los comentarios machistas, por ejemplo), pero no es común que me enoje, y menos aún que lo manifieste de alguna forma que no sea enfermándome de puro estrés. Pero acabo de salir de ver una obra de teatro, y mientras venía en el bondi me di cuenta de que no solo estoy furiosa, sino también muy triste, así que me dieron muchas ganas de compartirlo con ustedes, que abrieron este texto inocente y amorosamente, sin saber muy bien con qué se iban a encontrar. No sé si espero gran cosa con esto; la verdad, es algo que me tien

Hoy fui a ver a una amiga al teatro

 Hoy fui a ver a una amiga al teatro. Hoy fui a ver a una amiga al teatro, y cuando la obra terminó, una amable muchacha de atención al público me acompañó hasta la salida y me ayudó a cruzar Mercedes para que me resultara más cómodo llegar a la parada. Hoy fui a ver a una amiga al teatro, y cuando llegué a la esquina de Mercedes y Andes, un agradable muchacho se ofreció a acompañarme hasta la parada que me servía. Hoy fui a ver a una amiga al teatro, y cuando llegué a la parada, le pedí, sonriendo, a un hermoso grupo de gurises, de esos a los que la mayoría de la gente mira desde arriba, murmurando con aires de superioridad que "la juventud está perdida y que las cosas ya no son lo que eran antes", que, si podían, me fueran comentando qué ómnibus iba pasando, y que me avisaran  nomás cuando tuvieran que tomarse el suyo. Ellos ni siquiera se lo cuestionaron; me dijeron que sí, claro, y de a ratos, risueños y preocupados, se fueron recordando los unos a los otros que tenían qu

No existe título.

Si este fuese un texto diplomático, debería agregar una nota para asegurar que es ficción y blablablá. Sucede que, justo en esta ocasión, cualquier parecido con la realidad es totalmente buscado. Más allá de eso, quizás sea mi forma de explicar por qué me resulta tan difícil decir "feliz día del orgullo"... Cuando tenía trece años, me enamoré de una mujer. Cuando tenía trece años, me enamoré de una mujer y supuse que nunca me iba a dar bola. Cuando tenía catorce años me volví a enamorar de la misma mujer, porque creo que el amor es eso, volverse a enamorar todos los días. Cuando tenía quince, esa mujer me dijo que estaba enamorada de mí, y a mí me pareció algo imposible. Cuando tenía quince años, la mujer de la que me enamoré y yo decidimos intentar compartir otras cosas además de sonrisas. Cuando tenía quince, esa mujer, que para mí era la más bella, y yo, le ocultamos a algunas personas lo que habíamos decidido compartir, y en ese entonces pensé que al escrib

"Todos buenos"

Sé que siempre escribo textos muy, muy largos, en general para expresar mi opinión, de forma demasiado apasionada, sobre algo. Pero siento que este, de entre todos, es crucial; a tal punto que casi les suplico que se tomen un momento para leerlo, sobre todo si son mujeres. Y que después, si lo que les planteo las convence, compartan la idea general con sus amigas, hijas, hermanas... porque esto es para cuidarnos y cuidar a otras. Es exponer lo invisible dentro de lo invisible. Es un hecho que la gente tiende a idealizar e infantilizar a las personas con discapacidad visual. "Ah, es que ustedes son tan buenos", dicen; "admiro a la gente como ustedes", agregan; "tienen una sensibilidad especial", etcétera, etcétera. Más allá  del montón de críticas que pueden hacerse a este tipo de actitudes, hoy guía mis dedos algo que me preocupa un poco más, sobre todo por las consecuencias que pueda tener. De acuerdo con esta visión infantilizante, una persona ciega no t

La pluma de plata

Nota introductoria: En junio de 2019, un grupo de seis profesores presentaron a sus estudiantes de segundo del batchillerato en arte y expresión del Liceo 2, Hector Miranda, una prueba que abarcaba seis asignaturas y consistía, simplificando mucho, en realizar alguna representación teatral con guión en inglés, en la que apareciese una resignificación (1) y representación (2) de una de las tres obras seleccionadas: Un episodio de la fiebre amarilla en Buenos Aires, de Juan Manuel Blanes; Los cepilladores de parquet, de Gustave Caillebotte; y Las bailarinas azules, de Edgar Degas (3). Hoy no me voy a extender mucho al respecto, pero fue un trabajo tan amplio que en algunas asignaturas continuamos con el tema incluso tras haber presentado la prueba. En Arte y Comunicación Visual, por ejemplo, una de las consignas fue volver a resignificar la pintura. Dado que dibujar no sería tan provechoso para mí como lo era para mis compañeros, al menos en lo que al cumplimiento de los objetivos de l