Acordate
¿Cómo estás? Tranquilo, no te asustes. No voy a hacerte nada, sólo vine para que te acordaras de mí. ¡Claro que me conocés! Me viste en muchos lados, aunque ahora te falle la memoria. El bondi, el liceo, la calle, el titular de algún diario... Me has visto en tus viajes: estuve en Argentina, Chile, Uruguay, Ecuador... en casi toda latinoamérica, me atrebería a decir. De vez en cuando todavía me doy una vuelta por ahí. En algunos países me ven y hablan de mí por un tiempo, pero después empiezan a olvidarse. En otros la gente ni siquiera me mira cuando me paro enfrente suyo. Los únicos que no se olvidaron de mí son mis familiares, y la gente los odia por eso. ¿Quién quiere recordar a alguien que no está? ¿Por qué no dejan de vivir en el pasado para que podamos estar tranquilos? Pero yo no estoy tranquila. No sólo porque me busquen desde hace tiempo y no me encuentren, si no porque olvidar es peligroso. No hablo de mí. Cuando me fui (cuando me llevaron, mejor dicho) no estaba sola.