Cuerpos
Acá estoy, sentada, inclinada hacía adelante para poder alcanzar mejor el teclado. El pelo, antes suelto, se encuentra atado en una cola para que no interfiera con mi concentración. El cuerpo, antes desnudo, está envuelto en una sábana porque, si la puerta del cuarto se abriera y los ojos de otro cuerpo se posasen sobre el mío, qué susto, qué incomodidad, ¡Qué escándalo! Debido a nuestra moral hipócrita, a nuestra sensibilidad eclesiástica, que existe a pesar de los muchos que se proclaman ateos, respiro profundo y siento que mi piel, mis costillas, mis pulmones, se encuentran un poco comprimidos por un finísimo pedazo de tela... y por nuestras pesadas normas implícitas. No se confundan, este texto no pretende ser artículo de ninguna revista, y ahora mismo lucho para usar las palabras más sencillas que encuentre. A pesar de todo, es difícil, porque en estos días, en estas semanas, en estos meses, he estado leyendo un montón de artículos de muchas cosas, un montón de investigac